Una tarde de abril de 2010 estaba sentada viendo un programa de recetas de
cocina en la TV... hicieron un pie de manzana que parecía facilísimo... tan
facilísimo que me decidí a hacerlo yo, que siempre creí que la repostería no
era lo mío. Soy así, se me mete una cosa en la cabeza y no paro hasta haberlo
conseguido. Me levanté del sillón, me arreglé y salí a la calle dispuesta a
conseguir todos los ingredientes (que no eran muchos). Un poco de harina de
trigo, algunas manzanas, azúcar, mantequilla y crema agria... los tuve en mi
poder más rápido de lo que lo cuento.
Ya en casa dispuse los recipientes de cocina necesarios y me puse manos a la
obra, el primer paso consistía en integrar media barra de mantequilla a 1/4 de
kilo de harina... quiero decir, la totalidad del trabajo consistió en amasar
1/4 de harina... eso es poquísimo... pero lo conseguí, terminé el pie y quedó
riquísimo!!!!!... y aquí comienza mi historia con la Candidiasis.
En realidad no sé cuándo exactamente comenzó mi historia con la
Candidiasis... seguramente mucho tiempo antes, lo que si sé es que ese día,
noté que amasar 1/4 de kilo de harina me representaba un esfuerzo
extraordinario, que al final de la jornada me metí a bañar y fui absolutamente
incapaz de subir los brazos para lavarme la cabeza y que me fue a la cama con
un dolor horrible en todo el cuerpo (especialmente en las articulaciones) que
me dificultó mucho conciliar el sueño... todo lo atribuí al agotamiento causado
por muchos días sin dormir, a un viaje larguísimo que acababa de hacer y a mi
persistente depresión.
A la mañana siguiente desperté aún más agotada y mi mundo se conmovió cuando
me ví absolutamente incapaz de amarrarme las agujetas de los zapatos... mis
manos simple y sencillamente no me obedecían!!!. Es sin duda una de las peores
sensaciones que me hayan acompañado en la vida.
Descolgué el teléfono y llamé a quien siempre llamo cuando algo anda mal: mi
hermano. El no sólo es médico, es además un médico responsable, siempre bien
informado y siempre actualizado. Le hablé de lo que me ocurría y me dijo: me da
la impresión de que tienes Candidiasis crónica, si quieres métete a internet y
busca información al respecto, checa la página del
doctor Covarrubias, ahí
hay un cuestionario, hazlo y a ver qué te sale!.
Lo hice, total, ¿qué perdía?... leí un mundo de cosas, hice todos los
cuestionarios que encontré y finalmente me decidí a hacer cita con el médico.
Nunca olvidaré sus palabras:
"El 99.9% de enfermos de Candidiasis crónica en México no están
diagnosticados, van una y otra vez al médico y salen (en el mejor de los casos)
diagnosticados con síndrome de fatiga crónica... el resto recibe una y otra vez
respuestas del tipo: señora váyase a su casa usted lo que tiene es que está
loca y se inventa cosas"
Y sí, recuerdo esas palabras porque a mí me las dijeron muchas veces, en más
de una ocasión mi médico familiar del seguro me dijo: "ya pues, usted
lo que quiere es descansar, ¿cuántos días de incapacidad quiere que le
dé?"... y no! yo no quería descansar, es que yo me sentía mal!!!!
Entonces comencé la dieta que al principio suena mucho más que fea... casi
ofensiva. No azúcares, no frutas, no trigo, no lácteos, no levaduras, no
glutamato monosódico, no Knor Suiza, no salsa de soja... y uno piensa: entonces
qué me queda? ja ja ja ja ja... Y la respuesta es fácil, te queda una vida sin
depresión, sin dolor, sin agotamiento, sin infecciones, sin problemas
intestinales, sin migrañas... en fín, una vida muchísimo mejor que tuve la
oportunidad de probar.
Hace dos meses parí a un varón que para mí es lo más... lo más de todo, lo más
bueno, lo más guapo y lo más maravilloso, pero para quienes aún no lo sepan, el
embarazo "reaviva" la Candidiasis, de modo que otra vez estoy en el
punto cero... Recuerdo con mucha firmeza el atardecer en el que subida en una
combi con dirección a mi casa pensé: "Chanclas! soy feliz!!... no
conocía esta sensación... me siento feliz ... qué bien se
sienteeeeeee". Y por ese recuerdo inicio este blog, porque con él
inicio mi dieta, porque sé que no será fácil y aquí podré escribir mis liuchas,
mis aciertos, mis síntomas, mis días buenos y mis días malos... y porque quizá
haya alguien más por ahí con quien pueda compartir este proceso tan duro y
revestido de tantísima carga emocional, tanta, que sólo lo comprende quien lo
vive.
Así pues, abro este diario de mi vida con Candidiasis.